Querido diario:

He estado muy ajetreada y molesta por una serie de incómodos acontecimientos en los que me he visto implicada y de los que no soy más que una víctima.
En julio se dio el que ahora es conocido como “caso del collar”: el pres
tigioso joyero Bohmer me reclamaba el pago de un collar de diamantes valorado en un millón y medio de libras. Cuando recibí esta noticia me quedé perpleja pues aunque yo siempre he tenido fama de ser bastante derrochadora, últimamente estaba tratando de moderarme y estaba completamente segura de no haber encargado ningún collar sin embargo el joyero insistía en que el Cardenal Rohan le había hecho este pedido en mi nombre. Inmediatamente, mi primer impulso fue ordenar el arresto del Cardenal porque me pareció una gran falta de respeto hacia mi figura, la Reina de Francia.
El caso lo llevó el Parlamento y finalmente salió a la luz que el Cardenal Rohan no era mas que otra víctima y que los verdaderos culpables habían sido Jeanne Valois de la Motte y su esposo quienes se las había arreglado para hacerse pasar por mí.

A pesar de que el Cardenal haya sido hallado inocente, me siento bastante irritada pues todo el mundo me ha tratado como si yo fuese la mala de toda esta historia por intentar defenderme al creer que el clérigo había pretendido estafarme, y le he pedido a mi esposo que le destituya de su cargo como capellán y que le envíe a una de las abadías.

Además, creo que jamás me he sentido más ofendida y humillada pues incluso después de saber quiénes eran los verdaderos culpables, el pueblo me desprecia y me llama “Madame Déficit”.

De todas formas tengo que morderme la lengua y admitir que en parte tienen razón pues aunque he llevado a cabo algunas obras de caridad, mientras yo y mis amigos nos divertíamos en el Pequeño Trianón, ellos han pasado grandes calamidades y espero que mi imagen no esté tan deteriorada como parece.
Tengo como objetivo reducir mis gastos y ojalá esta iniciativa sea apreciada por mis súbditos en un futuro puesto por ahora lo único que esta provocando es que la Corte tenga más motivos para criticarme, pero yo soy la Reina y mi deber no es complacerlos a ellos, sino a mi pueblo y aunque halla cometido graves errores, espero poder enmendarlos de ahora en adelante.

Me apena mucho que todo este asunto haya coincidido con un mom
ento tan feliz en mi vida pues yo vivía en la más absoluta prosperidad tras el nacimiento de mi tercer hijo, Luis Carlos, que había traído una de nuevo una oleada de alegría al palacio como ya ocurrió con sus hermanos mayores.
Mis hijos… Gracias a ellos he comprendido qué es amar, amar de verdad
y sé que por ellos haría cualquier cosa.
Espero que la próxima vez que vuelva a escribir, sea por motivos
más agradables.

Tuya, María Antonieta.
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Imágenes empleadas:
1-Imagen del collar, protagonista de la disputa.
2-Luis Carlos retratado por Alexander Kucharsky

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